¿CUÁNTOS DAREDEVILS HAY EN EL UCM?🧑🦯
O cómo marear al personal con un soft reboot chapucero
Esperaba con mucho interés Daredevil: Born Again, más por curiosidad que por la serie en sí. Disney ya nos había presentado de vuelta al personaje por aquí y por allá, en un intento torpe y desequilibrado de combinar dos tonos que no casan, como si alguien intentara mezclar whisky añejo con Fanta.
Hasta el 2025, el Matt Murdock del UCM se nos había desvelado como un soft reboot del Daredevil de Netflix. Lo vimos fugazmente en No Way Home en forma de cameo como abogado; en She-Hulk se convirtió en un muñeco de goma acrobático, cómico y seductor; y en Echo lo vimos recuperar su estilo de combate más callejero y menos comiquero durante un par de minutos. Se notaba que había un esfuerzo por integrar el personaje dentro del tono general de la franquicia, del universo cinematográfico. Y eso tenía sentido.
Pero llega Born Again y la cosa vuelve a cambiar. Regresa la oscuridad. El tono grave y opresivo. Vuelve ese Matt torturado que tanto nos gustaba, herido, que, pese a no ser el de Netflix al 100 %, respira más Netflix que UCM. Es el Matt que muchos echábamos de menos y que exuda esencia. Peeeero, el problema es precisamente su desconexión con sus anteriores apariciones en el universo compartido.
¿Dónde encaja este Daredevil con el que vimos echar un mañanero con She-Hulk y hacer el paseo de la vergüenza vestido con el traje de demonio? ¿Cómo pasamos del Daredevil de las chanzas y las acrobacias imposibles en un aparcamiento al vigilante que parece haber salido directamente del Hell’s Kitchen de 2015?
¿Dónde está Mahoney, el poli que ayudaba a Matt y a Foggy en la serie de Netlix? ¿Por qué lo han sustituido por un nuevo personaje como Cherry, que no tiene ningún peso emocional ni el bagaje de la serie anterior?
¿Por qué Wilson Fisk ni siquiera menciona una sola vez a su viejo amigo y mano derecha James Wesley? Ha tenido un sinfín de ocasiones para lanzar una referencia a sus actuales subalternos y confidentes. ¿De verdad ha ocurrido todo lo que vimos en las 3 temporadas anteriores? Es como si Marvel dijera: “Sí, sí, es el mismo universo, bro, te lo juro”.
Si esto es una secuela, ¿por qué nadie habla de lo que pasó? Parece un universo paralelo, con apenas conexiones reales con la historia anterior. Karen y Foggy eran el alma emocional de la serie. ¿Por qué nos vendieron que seguirían teniendo un peso importante si se los han quitado de en medio en 5 minutos?
Y el problema no es solo que falten más caras conocidas. Es que en su lugar aparecen otras que chirrían. El ejemplo más claro es la figura de Luke Jacobson. Os pego una imagen porque seguro que ni lo recordáis:
¿De verdad este diseñador que conoce la identidad secreta de medio UCM y que viste a superhéroes como si fueran modelos de alta costura encaja con el Daredevil de Born Again? Desde luego, le encajaba más al Matt ligero, el del UCM, no al abogado de clase media que acepta casos para aquellos que no pueden pagar una representación legal. Incluso lo vimos ir al banco a pedirle un préstamo al padre de Ms. Marvel en el capítulo 5. No cuadra, este Matt no tiene glamour, no necesita un traje dorado para darle una paliza a un pandillero o a un asesino en serie. Necesita que un tío como Melvin Potter, el Gladiador, le haga un traje blindado mientras trabaja de incógnito en un zulo, atormentado por Kingpin.
Y sí, Daredevil guarda una colección Benetton primavera-verano de disfraces y máscaras multicolor de ojos reflectantes, confeccionadas presumiblemente por el tal Luke, guardadas bajo llave para el gozo y disfrute de un puto invidente que combate el crimen a nivel callejero.
Da la sensación de que Marvel Studios está jugando a dos bandas por temor a decepcionar a una u otra parte de la audiencia, con miedo a dejar definido un tono específico para el personaje. Por un lado, mantiene la puerta abierta a los fans de la serie de Netflix, con alguna que otra referencia y un tono más serio. Por otro, lo coloca en productos del UCM con un tono radicalmente distinto. El resultado: una especie de esquizofrenia creativa entre guionistas, que se van pasando la patata según el showrunner de turno.
Y síii… ya sé que en los cómics esto pasa constantemente. Batman puede vindicar a su familia en una trama oscura y autodestructiva y aparecer en el siguiente número con Batmito. Pero el audiovisual no funciona así, y mucho menos en un universo cinematográfico en el que representa que todo debe ser consistente entre todas las partes que lo componen. El cambio de tono no se percibe como una decisión artística, sino como una falta de cohesión. Parece como si Marvel no tuviera claro qué hacer con Daredevil: ¿lo integramos o lo dejamos seguir a su rollo como en Netflix?
El Matt Murdock que se da el lote dominguero en el sofá con la prima verde californiana de dos metros de Bruce Banner, y que luego se pasea por el vecindario disfrazado de diablo con los zapatos en la mano, no es el mismo Matt Murdock que tiene una crisis de fe en el sótano de una iglesia gótica neoyorquina, ni tampoco el que se deja partir la cara por la poli para proteger a su testigo. Han querido volver a las raíces sin comprometer del todo lo construido en el UCM. Y eso hace que ni funcione como secuela de Netflix ni como continuación coherente dentro del universo compartido. Es una oportunidad perdida y una chapuza vestida de homenaje.
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Pues sí, es eso...
Guisaron unas lentejas y se les quemaron.
Ahora han quitado lo negro y han vuelto a echar lo aprovechable a la olla.
Pero la comida sigue sabiendo a quemado.
Pero si es que... ¿cómo esperabais algo bueno? ES DISNI, no saben, no pueden, no quieren. Hostia Echo, ni me acordaba, qué risas.